“Como tratar mejor a su medico pediatra” o “Como hacer para que su medico pediatra se sienta mejor”

Los padres con hijos necesitan un médico pediatra para su cuidado integral. Los médicos pediatras necesitan que los padres con hijos los consulten para su ejercicio profesional. Estos enunciados tan elementales están definiendo sin embargo una relación entre personas esencial para una sociedad cuya estructura se basa fundamentalmente en la familia. Los médicos pediatras por vocación han elegido una clínica que necesariamente implica no solamente formación sino que además compromiso social. Los niños no son pacientes en el sentido asistencial como lo son los adultos. No eligen por de pronto a su médico y de acuerdo a su edad tienen limitaciones o dificultades para expresar sus sentimientos y/o dolencias. Nuevamente estos enunciados plantean una relación diferente, especial, quizás más difícil, pero sin duda trascendente. Los médicos pediatras mayoritariamente pertenecen a una sociedad científica (Sociedad Argentina de Pediatría) que no solamente los nuclea sino que muy especialmente se ocupa de su capacitación y educación continua. Es más, los acredita en base a esa actualización. Así entendido en nuestro país, están dadas las condiciones para que padres y familias puedan confiar en sus médicos pediatras aceptando que por su condición humana no serán nunca infalibles ni perfectos.

Sin embargo , en estos tiempos en que por distintos motivos, por cierto injustificables , se han mediocratizado las profesiones y muy especialmente la medicina, los médicos pediatras como otros especialistas necesitan ser jerarquizados de una forma muy simple como es el reconocimiento, en este caso de los padres. Como hacerlo es el objetivo de este artículo.

Ejemplo 1: “MI HIJO ESTÁ MEJOR”

Los médicos pediatras recibimos los pedidos habituales para los controles en salud. Por cierto esta es la actitud más inteligente porque permite desarrollar la Medicina preventiva y anticipatoria para evitar lo evitable. También esta actitud de solicitar nuestra intervención con los hijos sanos ofrece la oportunidad de educar en salud. En resumen si Ud. Controla sus hijos como su médico pediatra se lo recomienda, no deje de seguir haciéndolo. Consultar exclusiva o mayoritariamente por una enfermedad circunstancial es válido por la condición de “enfermedad existente”, pero debemos entender que su médico pediatra dedicará el tiempo de la consulta a enfrentar “el problema “pero no podrá dedicarle tiempo adicional para lo que definimos preventivo y anticipatorio. Sin embargo en este ejemplo lo que pretendemos enfatizar lo importante que resulta para su médico de cabecera no solamente ser consultado cuando “las cosas” andan mal sino también y muy fundamentalmente cuando dejan de estarlo. Pocas cosas resultan más gratificantes para nosotros los pediatras que recibir un mensaje de los padres cuyos hijos enfermos vimos el día o días anteriores que diga que evolucionó bien y que todos están contentos. Dar por sobre entendido que no llamar para ofrecer este tipo de información es equivocado. La mayoría de las veces los médicos luego del examen del niño no indicamos otro tratamiento que el manejo, por ejemplo, de la fiebre porque entendemos que la enfermedad es benigna, autolimitada y que los propios mecanismos de defensa con que el ser humano cuenta resolverán la situación. Un llamado ratificando esta presunción nos reafirma en nuestra capacidad de discernir entre lo que exige intervenciones y tratamientos y lo que no.

“Mi Hijo está mejor” establece una devolución muy necesaria para la confianza imprescindible entre médicos y familia. Los médicos pediatras solo excepcionalmente solicitamos estudios de laboratorio o diagnósticos por imágenes por lo que el examen clínico y la capacitación continua resultan fundamentales. Es teóricamente más fácil confirmar normalidad con estudios o sobre indicar por ejemplo, antibióticos. Esta conducta no es propia de un médico pediatra en educación continua. Pero nuevamente señalamos la necesidad de recibir la confirmación de nuestras decisiones que entre otros beneficios ahorran procedimientos dolorosos en quienes más aspiramos a que no sufran, es decir: en nuestros niños.

Ejemplo 2: “VOY A CAMBIAR DE PEDIATRA”.

Cuando la decisión se basa en disconformidad, dificultades en la comunicación o expectativas insatisfechas esta decisión no solamente es válida sino que muy necesaria, para la familia y para nosotros los médicos. Sin embargo como consecuencia de seguros médicos que se ofrecen a empresas, muchas, quizás demasiadas veces, el cambio de médico pediatra se debe a la elección por la empresa de otro sistema de cobertura, en la cual el médico en cuestión, no figura en su listado. Por supuesto que mantenerlo sobre la base de pagar sus honorarios profesionales existiendo la cobertura ofrecida por la empresa no es racional en el contexto de la organización de los recursos o por las limitaciones económicas que las familias enfrentan. Lo que no es justo que suceda es dejar de concurrir al consultorio del “pediatra desplazado” sin informarle la verdadera causa. Es frustrante desde el punto de vista profesional perder un paciente por la causa mencionada y desconocerla. La sensación es la de un fracaso en una profesión con tanta vocación y compromiso social como es la pediatría. En resumen, llamen a su pediatra y despídanse con afecto.

ACADEMICO MIGUEL LARGUIA